La depresión implica cambios importantes en 3 áreas: nuestra forma de sentir, de pensar y de actuar.
La depresión afecta tanto a nivel psíquico como físico. Es normal sentir ganas de llorar, tristeza o experimentar otros sentimientos desagradables como irritabilidad o ansiedad. También se puede sentir un cansancio continuo y excesivo, pérdida de apetito o cambios en la alimentación, insomnio, tensión muscular, sensaciones de opresión en el pecho y en muchas ocasiones también se produce una disminución del deseo sexual.
Cuando estamos deprimidos nuestra forma de pensar o de actuar cambia. En lo que se refiere a la forma de pensar están presentes los denominados “sesgos cognitivos” que son creencias irracionales que nos afectan de una forma muy significativa. Ejemplos de estas creencias pueden ser: ver la realidad de forma pesimista y negativa, tener un futuro desesperanzador, pensamientos negativos acerca de uno mismo o de los demás, tener la sensación de que no nos tienen ningún aprecio o que nos rechazan, disminución de la autoestima.
La forma en la que nos comportamos también se ve afectada y se suele producir una tendencia a reducir actividades, como dejar de salir tanto, pasar más tiempo solo, etc.
¿Por qué razones se puede originar una depresión?
Ésta puede ser debida a una pérdida de reforzadores (elementos de nuestra vida que nos afectaban de forma positiva). Ante esta pérdida de produce un desequilibrio entre el balance de lo positivo y lo negativo que percibe una persona. Es un cambio en la vida de la persona que le afecta negativamente y resulta difícil de afrontar.
En otros casos podría darse por lo llamado “ruptura de cadenas conductuales” que es cuando se producen cambios ambientales que provocan una pérdida de reforzadores. Por ejemplo: mudarse a otro sitio y con ello dejar de hacer actividades que nos eran muy reforzantes, perder un trabajo que nos gustaba,…
También puede aparecer por un “aumento en la cantidad o calidad de la aversión” a la que la persona se ve sometida, es decir, aumento significativo de los eventos negativos que se perciben. Aunque no se pierde en lo positivo, se pierde en lo negativo, y esto desequilibra la balanza. Por ejemplo: aumento de problemas en relaciones familiares o de pareja.
Otra razón podría ser la pérdida de reforzadores simbólicos (dejar de creer en valores filosóficos o morales).
Factores que influyen en el origen de la depresión
Todas estas razones tienen algo en común, y es que se produce una pérdida que subjetivamente es relevante. No todas las personas somos vulnerables a la depresión en la misma medida. Existen factores que influyen en gran medida en el origen de la depresión.
- El estilo de vida: Cuantas más actividades agradables se realicen, menos predisponibilidad a la depresión. Es importante tener muchas cosas que sean reforzantes.
- También influye en gran medida la forma en la que pensamos (estilo cognitivo). Se trata de una serie de esquemas o creencias que aprendemos desde la infancia y que organizan nuestra vida. Entre las creencias más frecuentes que generan depresión, tenemos:
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- La creencia de que uno mismo no es lo suficientemente valioso o que incluso está por debajo de los demás. Por ejemplo, es más probable que se genere depresión en una persona con baja autoestima. Tienden a compararse con los demás, lo que genera muchas veces ansiedad y miedos sociales. No se gustan a sí mismos, así que piensan que no les van a gustar a los demás.
- Creencia en la filosofía de la culpa. Ante un error, la persona se suele castigar a ´si misma, y esto se hace en forma de remordimientos y sentimientos de culpabilidad.(es bueno sentirse incómodo ante un error, porque eso nos hace reflexionar, pero hasta cierto punto)
- Creencia de que el mundo debería ser un lugar maravilloso. Ante los problemas de la vida, ese mundo ideal desaparecerá, y se sienten engañados, y burlados por la vida y el destino.
- Es más probable la depresión si se presentan dificultades en el área social o hay una falta de habilidades sociales. Si se produce un cambio (cambio de trabajo, de lugar,…) y la persona no tiene las suficientes habilidades sociales, sería más probable padecer de depresión.
- Una falta de habilidades de afrontamiento o de solución de problemas. Si una persona tiene dificultades para evaluar lo que le está sucediendo, buscar alternativas y tomar la decisión más adecuada para sus circunstancias, no podrá resolver el problema, lo que suele generar frustración y afectar a nuestro estado de ánimo.
¿Por qué una persona sigue deprimida?
El proceso suele seguir así:
- Pérdida de reforzadores: pérdida que percibe como crítica para su vida.
- La pérdida produce un dolor emocional, y esto provoca 2 cambios importantes: pensamientos negativos (por qué a mi?, “no voy a poder vivir de esta manera”, “es por mi culpa, soy un desastre”) y sensaciones emocionales y físicas desagradables (apatía, ganas de llorar, problemas en el sueño,…).
- Como consecuencia de pensar y sentir así, aparece la inercia, y se empieza dejando de hacer actividades. Primero se abandonan las actividades placenteras (salir con los amigos, hacer deporte, leer, etc.).
- Al privarnos de estas actividades placenteras, percibiremos que hemos perdido más reforzadores, además de los que hemos perdido al principio. Esto provocará más dolor emocional: pensamientos negativos y sensaciones desagradables, y se terminará produciendo la inercia, cerrando así el circuito de la depresión.
- El siguiente paso será no poder afrontar las actividades que consideramos como obligatorias (trabajo, obligaciones familiares, etc.) Esto sería más pérdida, que aún alimentaría más el circuito de la depresión.
Por lo tanto, podríamos hablar de la existencia de dos elementos críticos que influyen en el mantenimiento de la depresión: los pensamientos negativos y la propia inmovilidad.